
Nuestro sistema óseo, también denominado esqueleto, es una estructura dinámica constituida por 206 huesos que forman nuestro armazón estructural, protegiendo nuestros órganos internos y facilitando, junto a los músculos y otros tejidos blandos, el movimiento.
Estos huesos están unidos por puntos (algunos con capacidad de movimiento y otros no) denominados articulaciones.
Las articulaciones son estructuras que conectan nuestros huesos. Su función más importante es construir puntos de unión entre los componentes del sistema óseo, dotándolos en la mayoría de los casos de movimiento y flexibilidad. Sin nuestras articulaciones, nuestro esqueleto no sería flexible y, por tanto, el movimiento imposible.
Tipos de articulaciones según su estructura
Existen diferentes maneras de clasificar nuestras articulaciones, a continuación, se enumeran estas en función del tejido que las une.
- Articulaciones sinoviales: como el codo o la rodilla, son aquellas con libre movimiento en las que no existe contacto directo entre los huesos que forman la articulación. Estos huesos están cubiertos por el cartílago articular, que les aporta resistencia a la carga y baja fricción al movimiento. Este rango de movimiento está delimitado por la cápsula articular, que viene reforzada por ligamentos, tendones y músculo esquelético. La membrana que recubre esta cápsula es la membrana sinovial, que es la encargada de producir el líquido sinovial, el cual lubrica la articulación. Este líquido reduce la fricción entre los extremos. Al tratarse de articulaciones con gran capacidad de movimiento, también son las más susceptibles a lesiones.
- Articulaciones cartilaginosas: los huesos se unen por cartílago, la unión entre la primera costilla y el esternón son un ejemplo. Con respecto a la movilidad, se encuentran entre las articulaciones sinoviales y las fibrosas, siendo más móviles que estas últimas.
- Articulaciones fibrosas: los huesos se unen por tejido conectivo fibroso denso, como las uniones entre los huesos del cráneo llamadas sutura, la raíz de los dientes o las articulaciones en los arcos vertebrales. Son articulaciones menos móviles. Su función es mantener fijos los distintos elementos gracias al tejido fibroso.
Caminar, agacharnos, subir escaleras, levantar peso… son muchas las actividades para las que necesitamos contar con un buen mantenimiento de nuestras articulaciones. Debido a la actividad a las que las sometemos cada día pueden aparecer trastornos articulares, derivados de un sobreesfuerzo o una lesión. Los más comunes son los siguientes:
- Torceduras y distensiones a causa de ligamentos demasiado estirados o desgarrados (esguinces).
- Dislocaciones causadas por un desplazamiento del hueso, quedando fuera de su posición.
- Tendinitis o la inflamación de un tendón por sobrecarga.
- Bursitis, que es la afectación de las bolsas sinoviales provocando dolor e inflamación.
Además de dichos trastornos, también existen otras enfermedades, algunas de ellas crónicas, que afectan directamente a las articulaciones y a nuestra calidad de vida:
- Artritis, que es la inflamación que afecta a la membrana sinovial y que provoca una erosión constante del hueso y del cartílago.
- La artrosis, que es una enfermedad crónica degenerativa que afecta al cartílago de las articulaciones. Con el tiempo, el cartílago va desapareciendo, dejando los extremos de los huesos al descubierto, los cuales pueden llegar a rozar entre sí. Cursa con rigidez, pérdida de movilidad de las articulaciones, dolor e inflamación.
- El lupus, que es una enfermedad autoinmune que afecta a muchas partes del cuerpo, creando inflamación y dolor en las articulaciones, pudiendo llegar a dar lugar a artritis.
- La fibromialgia es una afección neurológica crónica en la que las personas afectadas presentan sensibilidad y dolor musculoesquelético generalizado.
Consejos para un buen mantenimiento de nuestras articulaciones
Como hemos podido comprobar, las articulaciones son susceptibles a sufrir trastornos y enfermedades, por eso es altamente recomendable cuidarlas desde el principio:
- Realizando ejercicio físico regular: siempre teniendo en cuenta nuestro estado físico y haciéndolo de manera progresiva, calentando antes y sin forzar para evitar lesiones.
- Controlando nuestro peso corporal. El sobrepeso es uno de los peores enemigos de nuestras articulaciones, pues ejercemos más presión sobre ellas, aumentando la tensión.
- Manteniendo buenos hábitos posturales, ya que estos provocan muchos de los dolores articulares. Por ejemplo, si trabajamos sentados, deberíamos mantener la espalda erguida y apoyada en alguna superficie y, además, levantarnos cada hora para estirarnos y hacer un pequeño paseo.
- El descanso, sin duda, es un reparador natural. El sueño nos permite rebajar la tensión y regenerar adecuadamente los tejidos como los tendones y articulaciones.
- Sumando idealmente a la prevención complementos alimenticios como Artilane® Classic. a base de nutrientes como el Colágeno hidrolizado enzimáticamente de alta pureza, Ácido hialurónico y antioxidantes como la Coenzima Q10 y la Vitamina C, Magnesio y Zinc ayudando a prevenir el desgaste muscular y a mejorar la movilidad de tus articulaciones y Artilane® Forte que además aporta nutrientes como la Glucosamina y el Condroitín sulfato y extracto de Boswellia te ayuda en el dolor y la inflamación articular ocasionados por el desgaste de las articulaciones.
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